Curadurías de Luis Romero y Al Borde en Sala Mendoza

Tres miradas frente al arte contemporáneo y otras exposiciones

La Sala Mendoza inaugura la exposición Tres miradas frente al arte contemporáneo. Se trata de un proyecto que brinda un interesante y dinámico intercambio entre tres generaciones de artistas que, esta vez, fungen como curadores: Luis RomeroPedro Terán, y el colectivo zuliano Al Borde, conformado por Juan Pablo GarzaCamilo Barboza y Armando Rosales. Cada uno de estos curadores está a cargo de una de las tres etapas que integran la exposición.

 

Luis Romero, representando a una generación intermedia, inserta su propuesta curatorial dentro de las experiencias y arquetipos femeninos con una muestra titulada MEDITACION-LUCHA-BELLEZA-TIEMPOEn ella, los artistas Emilia Azcárate (cortesía de la galería Henrique Faría Fine Art NYC y Faría Fábregas CCS), José Miguel del PozoErika Ordosgoitti y Reynaldo Rodríguez expresan desde sus particulares contextos e intereses distintas visiones de lo femenino que colindan con reflexiones sobre la espiritualidad, la ausencia, los estereotipos y la confrontación.
Meditación-Lucha-Belleza-Tiempo

 

Según Carl Jung en el inconsciente colectivo perviven una serie de arquetipos que han llegado hasta nuestro días desde culturas antiguas y primigenias, conjugados por hechos históricos mezclados con la fantasía, realidades, tragedias, deseos, temores y aglutinados en creencias religiosas, espirituales, valores éticos o morales, que juega un papel importante en la manera de ver y vivir la vida.
En las obras de Emilia Azcárate, Érika Ordosgoitti, José Miguel del Pozo y Reynaldo V. Rodríguez existen una serie de arquetipos femeninos relacionados entre sí. Cada uno de ellos vinculados a una visión de la mujer y emparentados con El Tiempo, La Belleza, La Lucha y Lo Espiritual.
En la obra de Emilia Azcárate el vínculo entre lo espiritual y lo femenino se encuentra expresado desde la condición de género y desde la naturaleza constructiva de su obra a partir del uso de conceptos, formas y materiales intrínsecamente relacionados con el mundo de la mujer.
Su obra reciente está totalmente imbuida de la experiencia de la práctica del Budismo Nichiren. Como dice la artista “Me inspira la espiritualidad, y el Budismo es un estado de iluminación que me permite ver las cosas con claridad, se filtra en mi obra y hay momentos en que no distingo entre pintar o practicar, es uno y lo mismo”. Focalizada en esta experiencia interna y en la búsqueda de la espiritualidad dentro de sus experiencias cotidianas, Emilia usa el arte, en especial el dibujo y la pintura, como meditación y medio para visualizar, definir y entender su entorno y su vida. Por eso, cada una de sus obras es un retrato de ella y de su entorno. Su obra hace referencia también a lo inexplicable, a lo que no se alcanza a entender a través de la razón, a lo que sucede en la esfera de la interioridad, al cambio constante que a través del tiempo, el lugar o el espacio experimentamos.
Sin título (2013) es una serie de 100 postales blancas dibujadas con máquina de escribir en las que están escritas las cuatro letras de la práctica budista: N.M.R.K. que significan: Nam (la invocación), Myoho (lo místico), Renge (la flor de loto) y Kyo (la ley). Un mantra que plantea la naturaleza esencial de todos los fenómenos y el verdadero aspecto de la realidad. Los dibujos están ordenados en una cuadrícula que visualmente presenta un juego geométrico de vacíos y llenos, donde tanto la tipografía física de la tecla de la máquina y la sugerida por el dibujo apenas son perceptibles. En este sentido, este trabajo se suma a los planteamientos estéticos y conceptuales recurrentes en su obra, como la creación a partir de la reiteración de elementos, formas y colores que tejen dinámicas ligadas a la abstracción e inherentes a su búsqueda en relación a lo espiritual y lo femenino en el arte.
Érika Ordosgoitti propone su visión lógica e intuitiva de la mujer que sortea los obstáculos, que es natural, independiente y salvaje, vulnerable pero llena de una gran fortaleza.
En Me abro la cabeza (2013) hace una suerte de arqueo antropológico del imaginario cotidiano de la ciudad donde vive. Realiza una construcción del paisaje desde la palabra, desde versos muchas veces escritos en situaciones límites mientras recorre la ciudad. Y los declama con el vértigo que produce el ritmo violento y acelerado de la urbe donde fueron vividos-concebidos: Caracas. A lejos como imagen de un telón de fondo, en el video aparece la avenida Guzmán Blanco, mejor conocida como La Cota 905, desde donde las voces, los gritos y hasta las balas llenan peligrosamente las líneas de este poema. Érika es quizás la única poeta/artista en el país (que yo conozco al menos) que practica lo que los anglosajones denominan “Spoken Word Poetry“, género de declamación poética, que a diferencia de Rap, no lleva base rítmica y se caracteriza por recitar de memoria textos propios y de otros autores. Ella sabe que al utilizar la palabra también se hace partícipe de lo que ella llama: “la tradición de la construcción de la mentira para dominar”. El riesgo que asume ante la imposibilidad de definir la realidad, la han llevado a la poesía, porque está convencida de que el poema es lo que está más cerca de enunciarla, aunque sepamos que la realidad es impredecible, irrepresentable e indecible. Érika nos dice: “Hablo neciamente para dar testimonio de mi existencia, como si no me bastara con existir… vivo en la ficción del imperio de las palabras, muy frecuentemente evadiendo la vida misma”. Lo suyo es una obsesión por dar testimonio de lo insólito de la realidad cotidiana de esta ciudad, partiendo del contraste con la idea (negada) de que tenemos de una ciudad “normal”.
José Miguel del Pozo nos habla en su trabajo sobre el rostro que desaparece, el vacío, la mujer perdida y re-construible en otras, de la búsqueda de un ideal arrancado. La negación de Venus a partir de una exaltación controlada.
A  través de una serie de coincidencias fisonómicas entre retratos de mujeres a lo largo de la historia de las imágenes en la cultura occidental, José Miguel en Mujeres célebres (2012-2013) explora la relación del pintor con su modelo, y la mujer como representación en la historia del arte. José Miguel del Pozo nos sugiere que la posición del pintor ante la belleza y ante el hecho pictórico es desde adentro de la pintura misma, y coloca a la modelo solo como una excusa para expresar o representar algo que ya está predeterminado tanto por el artista como por los cánones de belleza establecidos a tráves del tiempo.
Pudiéramos emparejar esa visión excluyente de la belleza manejada durante siglos por pintores de palacios y retratos de nobles mujeres con las actuales estrategias de mercado, que hacen de la mujer una imagen estereotipada que responde a los ideales de belleza que imponen el gusto masculino. Por años los discursos de la publicidad han difundido la idea de la mujer como musa, diosa y madre abnegada, sin embargo estas imposiciones plantean un abismo entre estos mensajes y la vida de la mujer actual. Tanto las imágenes publicitarias  como las históricas han construido un discurso que limita la enorme fuerza espiritual femenina, reduciéndola a un objeto de deseo por parte del hombre y que se basa en las apariencias físicas con un alto grado de ficción.
El conjunto de trabajos que Reynaldo V. Rodríguez presenta tiene su fundamento en un sistema de referencia basado en la causalidad y el tiempo. Este último es asumido como una herramienta para clasificar la información mediante el recurso del calendario.
La información que alimenta este “archivo” temporal proviene del hecho específico de la temprana pérdida de su madre, ausencia que es definida desde el desarraigo, el extravío de la identidad, de la conexión con el mundo, del territorio seguro y de su república.
Reynaldo hace evidente el vacío dejado por la falta de la mágica presencia y autoridad femenina, su protección, la conexión con la sabiduría y el impulso sustentador de la vida.  Rodríguez transcribe y procesa las coordenadas: causalidad y tiempo en imágenes que utiliza no para definir un recuerdo o borrarlo sino que con ello intenta establecer la comunicación rota o el aislamiento forzado que supone esta abrupta ausencia.
Las imágenes de Reynaldo V. Rodríguez se manejan como un “golpe frío y seco” como la consecuencia en el espacio, indetenible e inasible, que supone el tiempo.
Los títulos de sus obras 2004-11-09 [21347], 2012-07-10 [2880] y 2013-05-07 [3092] las definen como obras de un tiempo, aún en construcción.

 

Luis Romero, 2013
La curaduría del colectivo Al Borde, accede al proceso de la práctica artística desde la recolección, el boceto, el registro de  experiencias y los accidentes en RECOGIENDO SUELO. Esta muestra que reúne a Hayfer BreaJulián Higuerey NúñezEsmelyn Ricardo MirandaDaniel Santiago Salgueiro y Amira Tremont, quienes desnudan el proceso creativo y la conformación de sus discursos.

 

Recogiendo suelo

 

“Morrales y luces”

Claudio Perna

 

Traspasar la apariencia de un objeto es quizá pasar del acto, en cierta medida pasivo, del ver, del contemplar, al acto de examinar, de reconocer, de vislumbrar las posibles trayectorias, desplazamientos o procesos que hicieron posible la creación de aquello que vemos como un todo, aquello que en apariencia se muestra como un objeto único que deja velado –en mayor o menor grado– lo que iba siendo antes de detener su hacer para llegar a ser. Diríamos que más allá de la contemplación, ha acontecido una acción.
La propuesta que se presenta bajo el título Recogiendo suelo es una selección de obras que intentan dejar ver, desde diferentes perspectivas, sus particulares ciclos de vida; ciclos en los que se incluyen tanto los procesos de conceptualización así como la incorporación inevitable –a manera de capas– de elementos que permitieron concretar la pieza que terminó siendo. La idea central que agrupa a estas obras que conforman Recogiendo suelo, alude, en sus diversos resultados, a los gestos que se convierten en herramientas de apropiación poética: a la acción registrada por medio de la recopilación, repetición, superposición, acumulación de restos o suma de acciones; a los recorridos de territorios físicos y/o mentales, que acumulados ocupan un espacio más allá de su principio mínimo. Propone entender las capas no solo como aspecto formal de la obra sino también como estructura de pensamiento y metodología de trabajo.
La pieza Los pétalos del bandido de Amira Tremont comulga con la apropiación e intervención de imágenes encontradas, asumiendo el collage digital como la técnica principal que le da uniformidad a la obra. Las cuatro imágenes que componen esta pieza funcionan como una suerte de grito de guerra, un viaje que imagina un escenario posible: la travesía como ideal poético, el “intento” de búsqueda y la huida oculta. Es importante señalar que Amira Tremont establece un paralelismo entre el personaje de estas postales encontradas y el artista Bas Jan Ader en su obra In Serch of the Miraculous (En Busca del Milagro), que consistía en una solitaria travesía por el atlántico a bordo de un pequeño bote; una travesía inconclusa por la desaparición del artista, de quien no quedan rastros.
Las obras Decollage-Collage de Esmelyn Miranda constituyen una acción en dos tiempos que se da en el secuestro de la información original de carteles de propaganda política (sin que se acabe con ella) y en la presentación de la misma en una construcción formal, que esconde en diversas capas la información que se torna una inminencia. Emelyn Miranda se apropia de imágenes encontradas pero las despedaza al fragmentar el original para posibilitar otras lecturas posibles.
En una acción diaria Julián Higuerey Núñez, en su obra Winter Piece, repite un gesto: preparar café y derramarlo sobre una lámina cuadrada, ubicada en el patio trasero de su apartamento. Es una obra que comienza como una premisa conceptual con una serie de instrucciones para llevarla acabo durante la temporada de invierno. El clima frío de la estación plantea un intento continuo por permanecer caliente, que inevitablemente lleva consigo un continuo enfriamiento. La idea del café caliente se convierte entonces en un hábito que supone la implantación de una idea ajena en favor de la supervivencia cultural. El video muestra la acción diaria de derramar el líquido caliente, el cual derrite los residuos de sus capas anteriores pero que al mismo tiempo se va endureciendo lentamente, lo que constituye un intento por crear una columna a partir del café congelado. La acción es constructiva y destructiva, reflejando a partir de un gesto inútil, las condiciones de su entorno, y la imposibilidad de contravenir su naturaleza.
La pieza Stop, drop and roll (how to start a fire), también de Higuerey, representa –según lo advierte el mismo artista– la intención y el gesto realizar una ofrenda que se inicia con la compra de todo el chocolate que le es posible adquirir para derretirlo y formar una pelota que la hace rodar desde la puerta de su casa hasta el lugar donde reside la destinataria de su afecto. Este video fue realizado el día de San Valentín de 2011 como una forma de violentar los símbolos culturales del afecto proponiendo la destrucción como un gesto afectivo. Ambas piezas muestran accionares aparentemente opuestos cuyas diferencias son precisamente las que los emparentan.
Registro de territorio: Lago de Valencia de Hayfer Brea, forma parte de un proyecto a gran escala que nace de la necesidad del estudio y (re)presentación de diversas maneras de plantear el paisaje a partir de una interacción directa con el entorno, vinculándose con la premisa fundamental de Recogiendo suelo en ese ir más allá de la contemplación para integrarse a ella, registrando los gestos, indicios y anotaciones que devienen de esos cruces, experiencias y acciones. El artista  sumerge una hoja de papel en distintos puntos de un territorio: extensión espacial, repetición periódica de acciones y medios, sondeos visuales. El papel acuarela supone la absorción del líquido que le da contenido, trazando un nuevo paisaje, un horizonte. Retrata dos paisajes diversos: el que se enmarca en la mirada, y aquel que el papel absorbe como posibilidad, en el cual el contexto complejo resuena en sus pliegues múltiples de sentido. La apropiación e integración de estas porciones de paisaje a través de la inmersión de estos papeles en el agua, acontece en el mismo momento en que el papel, al humedecerse, se ha impregnando de paisaje, dejando así una huella de dicha interacción, registrando “una porción de territorio” mediante la acción performática.
Finalmente, en Los diarios de clips de Daniel Santiago Salguero, el artista va recogiendo clips en la calle y, al mismo tiempo, les va sumando objetos, papeles, tickets o dibujos que van convirtiendo estos diarios, mediante esta acción de compilación o recolección, en objetos cuasi escultóricos. Siguiendo el eje temático del objeto encontrado propuesto para esta exposición, la acción de recoger basura para ser acumulada en cuadernos implica su transformación tanto material como semántica. Un espigador que se apropia de las sobras, rescatándolas del pasado.
Desde las diversas propuestas de estos cinco artistas, Recogiendo suelo pone en evidencia diferentes prácticas que operan desde y en la cotidianidad; estrategias en las cuales la acumulación de experiencias, materiales y contenidos se concentran y coinciden en un velar y develar distintas capas de significados a partir de una economía de medios y el ánimo de explorar.

 

Al Borde, 2013