Contrabando al Paraiso
Nayari Castillo
8 mayo – 6 junio 2010Nayarí Castillo. Contrabando al Paraíso.
La joven creadora venezolana Nayarí Castillo, quien actualmente reside en Plymouth Inglaterra, presentará en los espacios de Oficina #1 su más reciente trabajo de investigación “Contrabando al Paraíso”; allí pondera, a través de la práctica artística ejercida como crítica cultura, los diversos discursos y prácticas que contextualizan, la extraordinaria y paradójica presencia de hipopótamos en el río Magdalena de Colombia.
En los años ochenta -reporta Nayarí Castillo- Pablo escobar, uno de los máximos cabecillas del cartel de las drogas en Colombia, hizo construir un parque recreativo en la Hacienda Nápoles, ubicada en el municipio de Puerto Triunfo, a 165 Km al sur-este de Medellín. Allí albergó una gran colección de animales exóticos, muchos de ellos traídos de áfrica a través de sobornos a las autoridades nacionales. A la muerte del capo de la droga la Hacienda quedó abandonada y se convirtió en el epicentro de una fuerte disputa legal. Los hipopótamos, animales que contaban con la preferencia de don Pablo, comenzaron a reproducirse en el marco de un hábitat completamente favorable para el desarrollo de la especie. Recientemente se reportó la presencia de una pareja de hipopótamos, proveniente de la Hacienda Nápoles, en el cauce del río Magdalena. Razón por la cual el gobierno permitió exterminar la extraña presencia de estos mamíferos acuáticos a través de su cacería. Los grupos ambientalistas protestaron enérgicamente esta medida.
El llanto de los Hipopótamos viaja a través de los vientos y las aguas del río Magdalena, la más importante arteria fluvial de Colombia, el bramido es su modo de comunicación. Hace ya algunos siglos atrás, el cronista Juan de Castellano (1522-1607), con desbordante magia descriptiva, narró a través de sus Elegías de Ilustres Varones de Indias (1585) cómo la expedición dirigida por el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, al mando de más de mil hombres, sorteó las fuerzas indomables del caudaloso y turbulento río, el maravilloso Magdalena. Allí, los expedicionarios se enfrentaron a un amenazante paisaje habitado por animales salvajes, según cuenta Castellano, muchos de los soldados agotados: “terminaron sepultados en las vivas entrañas de las bestias fieras,/ que saltean en las noches obscuras/ a gentes naturales y extranjeras".
Hoy las “bestias fieras” que habitan las márgenes del Magdalena y despiertan la imaginación de escritores y artistas son indudablemente otras; ya no se trata del caimán cebado, los murciélagos, las avispas, las hormigas, las culebras, los sapos, los mosquitos o garrapatas, que otrora lograron alterar la tranquilidad y la imaginación de los viajeros europeos. En la actualidad los nombres que protagonizan las épicas historias del Magdalena son esencialmente distintos a los del pasado. Pero las historias actuales guardan el espíritu de aquellas crónicas que comenzaron a configurar los parámetros que sirvieron para interpretar y comprender el novedoso contexto que imponía la geografía del nuevo mundo. Entender la dinámica de este ejercicio resulta simultáneamente una estrategia para comprender como se fue configurando aquello que somos y nos conforma como signos de identidad. No en vano fuimos pensados y concebidos bajo los mitos del “paraíso perdido”, la “tierra de gracia”, o el territorio de “las amazonas y selvas vírgenes”.
Así, la creadora visual Nayarí Castillo asume en el marco de esta exposición, la tarea sistemática de observar, recoger, nombrar y sistematizar, aquellos aspectos sociales, culturales, políticos, científicos y económicos que giran en torno a la presencia de los hipopótamos en los márgenes del Río Magdalena. Este ejercicio está regido por la impronta y el espíritu de aquellos naturalistas de los siglos XVII y parte del XIX, quienes regidos por el afán enciclopédico propio del espíritu ilustrado, se encargaron de clasificar y coleccionar una gran cantidad de muestras naturales propias del continente americano. No obstante, este contrabando hacía el paraíso, emplazado en el espacio visual a la manera de reporte de una experiencia de campo, se apoya en la ironía como herramienta crítica para develar aquellos aspectos contingentes propios de nuestras realidades, nuestras formas inevitables regidas por la confluencia trágica de nuestras ficciones y realidades.
a joven creadora venezolana Nayarí Castillo, quien actualmente reside en Plymouth Inglaterra, presentará en los espacios de Oficina #1 su más reciente trabajo de investigación “Contrabando al Paraíso”; allí pondera, a través de la práctica artística ejercida como crítica cultura, los diversos discursos y prácticas que contextualizan, la extraordinaria y paradójica presencia de hipopótamos en el río Magdalena de Colombia.
En los años ochenta -reporta Nayarí Castillo- Pablo escobar, uno de los máximos cabecillas del cartel de las drogas en Colombia, hizo construir un parque recreativo en la Hacienda Nápoles, ubicada en el municipio de Puerto Triunfo, a 165 Km al sur-este de Medellín. Allí albergó una gran colección de animales exóticos, muchos de ellos traídos de áfrica a través de sobornos a las autoridades nacionales. A la muerte del capo de la droga la Hacienda quedó abandonada y se convirtió en el epicentro de una fuerte disputa legal. Los hipopótamos, animales que contaban con la preferencia de don Pablo, comenzaron a reproducirse en el marco de un hábitat completamente favorable para el desarrollo de la especie. Recientemente se reportó la presencia de una pareja de hipopótamos, proveniente de la Hacienda Nápoles, en el cauce del río Magdalena. Razón por la cual el gobierno permitió exterminar la extraña presencia de estos mamíferos acuáticos a través de su cacería. Los grupos ambientalistas protestaron enérgicamente esta medida.
El llanto de los Hipopótamos viaja a través de los vientos y las aguas del río Magdalena, la más importante arteria fluvial de Colombia, el bramido es su modo de comunicación. Hace ya algunos siglos atrás, el cronista Juan de Castellano (1522-1607), con desbordante magia descriptiva, narró a través de sus Elegías de Ilustres Varones de Indias (1585) cómo la expedición dirigida por el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, al mando de más de mil hombres, sorteó las fuerzas indomables del caudaloso y turbulento río, el maravilloso Magdalena. Allí, los expedicionarios se enfrentaron a un amenazante paisaje habitado por animales salvajes, según cuenta Castellano, muchos de los soldados agotados: “terminaron sepultados en las vivas entrañas de las bestias fieras,/ que saltean en las noches obscuras/ a gentes naturales y extranjeras".
Hoy las “bestias fieras” que habitan las márgenes del Magdalena y despiertan la imaginación de escritores y artistas son indudablemente otras; ya no se trata del caimán cebado, los murciélagos, las avispas, las hormigas, las culebras, los sapos, los mosquitos o garrapatas, que otrora lograron alterar la tranquilidad y la imaginación de los viajeros europeos. En la actualidad los nombres que protagonizan las épicas historias del Magdalena son esencialmente distintos a los del pasado. Pero las historias actuales guardan el espíritu de aquellas crónicas que comenzaron a configurar los parámetros que sirvieron para interpretar y comprender el novedoso contexto que imponía la geografía del nuevo mundo. Entender la dinámica de este ejercicio resulta simultáneamente una estrategia para comprender como se fue configurando aquello que somos y nos conforma como signos de identidad. No en vano fuimos pensados y concebidos bajo los mitos del “paraíso perdido”, la “tierra de gracia”, o el territorio de “las amazonas y selvas vírgenes”.
Así, la creadora visual Nayarí Castillo asume en el marco de esta exposición, la tarea sistemática de observar, recoger, nombrar y sistematizar, aquellos aspectos sociales, culturales, políticos, científicos y económicos que giran en torno a la presencia de los hipopótamos en los márgenes del Río Magdalena. Este ejercicio está regido por la impronta y el espíritu de aquellos naturalistas de los siglos XVII y parte del XIX, quienes regidos por el afán enciclopédico propio del espíritu ilustrado, se encargaron de clasificar y coleccionar una gran cantidad de muestras naturales propias del continente americano. No obstante, este contrabando hacía el paraíso, emplazado en el espacio visual a la manera de reporte de una experiencia de campo, se apoya en la ironía como herramienta crítica para develar aquellos aspectos contingentes propios de nuestras realidades, nuestras formas inevitables regidas por la confluencia trágica de nuestras ficciones y realidades.