De la Herencia a lo Heredado
Oscar Abraham Pabon
Del 3 de abril al 1 de mayo 2011DE LA HERENCIA A LO HEREDADO
El paisaje social como materia
“Hemos vencido al ornamento. Hemos decidido
finalmente prescindir de él. ¡Observa! ¡Se acerca
el momento en el que las calles de la ciudad brillarán
como muros blancos! Como Sión, la ciudad Santa, la
capital del cielo. Entonces lo habremos conseguido”.
Adolf Loos
“Ornamento y Delito” 1908.
Identificar dos realidades, una real y otra imaginaria, para transferir identidades y conceptos, o lo que es lo mismo, usar la metáfora, ese recurso literario, en disciplinas diversas que intentan dar explicación a problemas de densidad conceptual, como puede ser el caso de lo social, es lo que se pretende en la siguiente investigación para referirse a una realidad concreta y a un futuro imaginado, a la realidad como algo multifacético que estuvo y estará íntimamente relacionada a una proyección de lo que se imagina.
Pero en este caso, lo proyectado se ha revelado de otra forma; esa proyección se nos devuelve en un rostro diferente y en el cual no nos reconocemos, porque no fue lo que en principio se imaginó. En esas contradicciones aparentes subyace toda empresa idealista, que toma en poco o en nada las referencias históricas y geográficas donde se funda. Considerar el paisaje social como materia de trabajo, aunada al devenir de proyectos idealistas replegados en los últimos siglos y que perviven en la actualidad en disciplinas como el urbanismo y la arquitectura, son tópicos presentes en este trabajo.
La metáfora se toma de dos autores que la utilizan como medio para transferir ideas y definir conceptualmente sus propuestas. “Ciudad de Sión” será la primera de ellas: imagen utilizada por el arquitecto vienés Adolf Loos en uno de los ensayos más célebres de la arquitectura moderna “Ornamento y Delito” de 1908. Este autor utilizo la metáfora para referirse no tan sólo a la ciudad futura sino a un concepto de vida, un modelo universal de desarrollo, a un espíritu que comenzaba a adquirir cuerpo a finales del siglo XIX y comienzos del XX en Europa y parte de América. La segunda metáfora será para referirnos teóricamente a este período histórico, conocido como “Modernidad Liquida”, concepto tomado del sociólogo Polaco Zygmut Bauman, quien utiliza las imágenes de estados líquidos y sólidos para comprender la naturaleza actual en que vivimos.
Utilizar estos dos teóricos, ambos situados a los extremos del siglo XX, permitirá abordarlos desde un enfoque que va de la herencia prometida a lo heredado. Las ideas de Loos, uno de los promotores intelectuales de la arquitectura moderna, son puestas a la luz a partir de sus contradicciones internas. De esta manera se tratará de buscar las raíces idearias de un proyecto que sigue vivo y muerto al mismo tiempo. (Ulrich Beck, quien acuñó el término “Segunda Modernidad” para explicar que la modernidad “volvió sobre si misma” menciona las “Categorías Zombis que están muertas y todavía vivas”. Zygmut Bauman nos pregunta si su resurrección – aun en una nueva forma o encarnación- es factible; o si no lo es, cómo disponer para ellos un funeral y una sepultura decente.)
Para Bauman, la noción de moderno versus postmoderno no es un remplazo de una cosa por la otra. El argumenta la coexistencia de una modernidad que ha cambiado las pautas y su configuración, que aunque nuevas y mejores siguen siendo tan rígidas e inflexibles como antes. Y como todo líquido, no conserva por mucho tiempo su forma definida, es empresa ardua cualquier intento de análisis sistemático, ya que al poco tiempo, el objeto de estudio puede adquirir una nueva forma que altera su conformidad. Por eso, en su propuesta, Bauman no plantea una teoría o sistema definitorio, solo se limita a describir nuestra condición y contradicciones actuales.
Para él, la disolución de los sólidos es el rasgo permanente de la modernidad. La expresión “derretir los sólidos”, tomada del manifiesto comunista de hace siglo y medio, se refiere a la necesidad de disolver todo aquello que se resistía a cambios. Era necesario construir un nuevo orden para deshacerse del lastre que el viejo orden imponía. Este proyecto debía llevarse, no para acabar definitivamente con los sólidos premodernos que se encontraban en estados avanzados de desintegración, sino para hacer espacio a nuevos y mejores sólidos.
“Ornamento y delito” es un ejemplo evidente de dicha empresa intelectual en el campo de la cultura y la arquitectura. Allí se revela la posición de las vanguardias de principio del siglo XX, su prédica estaba dirigida al “hombre moderno” y era necesario disolver todo aquello que obstaculizara la evolución cultural. El ornamento con todas sus implicaciones sociales y culturales era uno de los objetivos a disolver, la tradición con su afección al ornato equivalía a la involución de la cultura, era preciso considerar al hombre proclive a estas aberraciones como seres subdesarrollados, inferiores y primitivos que necesitaban ser reformados e ilustrados para sacarlos del atraso cultural y subir poco a poco de los peldaños más bajos de la escala evolutiva. La ausencia del ornato estaba orientada a la búsqueda de lo esencial en la arquitectura; y no por casualidad, el color blanco fue signo y metáfora de pureza tanto material como espiritual, como lo quiso también el arte moderno, un arte único y verdaderamente puro, que bajo un proyecto histórico, como nos recuerda Arthur Danto, en su monocromía y blancura permitía ver el clímax, la obra más allá de la cual era imposible ir.
Este presupuesto intelectual de un proyecto modernizador visto actualmente, nos lleva a tomar que desde su gestación como ideas (herencia) hasta nuestro devenir actual en un marco geográfico especifico como Venezuela (lo heredado), han existido posturas a favor y en contra del proyecto moderno. Robert Venturi, en su libro “Complejidad y Contradicción en Arquitectura”, de 1960, reivindica los signos y los ornamentos como fuente explícita de información (el ornato transformado en información). Walter D. Mignolo, desde la teoría postcolonial, descara como los conceptos de hombre y de humanidad están tomados de la idea europea de humanidad que predominó desde el renacimiento hasta la ilustración; una idea de hombre no asociada a los “humanos inferiores” que poblaban el mundo más allá del corazón de Europa. Así, la ilustración no era para todo el mundo, a menos que llegaran a ser “modernos” según la idea europea de modernidad. La tesis de Mignolo es que la colonialidad es constitutiva de la modernidad (sin colonialidad no hay modernidad).
Esta exposicion utiliza el arte contemporáneo para reflexionar sobre los avatares del proyecto moderno en nuestro entorno, sobre todo en una disciplina como la arquitectura; más específicamente, para observar las contradicciones o incongruencias entre los presupuestos teóricos y los resultados concretos de ciertos aspectos del proyecto moderno en la arquitectura y la ciudad nuestras. No obstante, la muestra circunda los bordes de la disciplina artística, a veces muy borrosos cuando se acerca a los de la arquitectura o el diseño, por ejemplo. Aquí se recurre desde un video documental hasta el diseño de una silla, desde la fotografía hasta el diseño arquitectónico. Todos ellos sirven a la construcción de las metáforas que quieren hablar del habitat donde discurre nuestra vida como ciudadanos, de nuestro paisaje social.
Oscar Abraham Pabón Morales
Oscar Abraham Pabón (1984) es arquitecto egresado de la Universidad del Táchira, UNET (2008). Ha expuesto de manera individual en la Galería de arte Kiosko, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia (2010); Galería de Arte “Demetrio Silva”, Mcp. Anzoátegui, Edo. Cojedes, Venezuela (2005); Galería de Arte Manuel Osorio Velasco, San Cristóbal Estado Táchira, Venezuela (2004); Galería de Arte el Punto, San Juan de Colón, Estado Táchira, Venezuela (2004); Espacio de Artes Visuales UNET, San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela (2003). Realizó en 2006 una intervención urbana en Coquimbo, Chile; y ha participado en numerosas muestras colectivas entre ellas el XIII Salón SuperCable Jóvenes con FIA, “Donde cabemos todos”, Sala Corp Banca, Caracas (2010) donde obtuvo el Tercer Premio, y el I concurso Internacional “Alameda Sol de Oriente”, Centro Cultural de Calí, Santiago de Calí, Colombia, en el cual obtuvo el Premio Escultura.